martes, 27 de julio de 2010

Languideció

Y sus brazos cayeron sobre los brazos del sillón

Y su pelo los acompañó

Y como hebras de chicle se estiraron pegajosos

Y poco a poco fue perdiendo su forma

Hasta que lamiendo el suelo

Dejó de ser ella misma

miércoles, 2 de junio de 2010

¡Kikiriki!

- ¡Kikiriki! -Canta este gallo de plumas rojas, verdes y azules, despertando por doquier el caos en la granja.

Se enreda en una hebra imposible de espolones y de crestas, más y más enmarañados cada vez que abre su pico para decir:

-¡Kikiriki! ¡Kikiriki! -Y sigue enredando en su ovillo a quien se cruza en su camino...

Pero entonces aparece ella.

La más bella del gallinero.

De plumas suaves y castañas.

Como el chocolate.

Y de mirada intensamente esquiva.

Él se queda mudo.

Y la maraña se deshace.

martes, 23 de marzo de 2010

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja...

Se desgrana sonora e inacabable, como cuando falta la aguja en la bufanda, y tiras de la hebra, deshaciendo punto por punto, plop, plop, plop, plop, hasta llegar al principio del ovillo, sólo que esta carcajada no termina, se pierde un poco, diluida entre las tardes, para volver a surgir con fuerza una mañana, o una medianoche, porque en realidad

¿Qué importa la hora?

domingo, 21 de febrero de 2010

Inmundo

Puedes verlo. Sus volutas de humo verde ascienden desde las profundidades de ese agujero. Es una advertencia. Nada bueno habita ahí. Pero aún así te acercas. Despacio. Con precaución y curiosidad.

Empiezas a oler la descomposición de lo que quiera que tuvo la desgracia, tiempo atrás, de caer en la pequeña sima. Estiras el cuello y el enfermizo resplandor fosforescente que ilumina la oquedad se extiende desde tu barbilla hasta tus párpados, convirtiendo tu cara en una tétrica calavera verde.

Avanzas el pie hacia el borde. Te asomas un poco más, y al fin lo ves, pero preferirías no haberlo hecho. Y justo en ese momento, cuando te das cuenta de tu error, te llama. El suelo cede bajo tus pies y te sumas a la larga lista de incautos que lo han alimentado desde el principio de todo.

domingo, 7 de febrero de 2010

Hermosura

Es una palabra trenzada de curvas.

Dos amantes sobre una cama desnuda, enredados de brazos y piernas, de besos y caricias.

Es una palabra cálida anunada entre dos cuerpos febriles que se buscan mutuamente, ansiosos de las descargas eléctricas que excitan cada milímetro de su piel.

Nada puede estropearla. Nada puede corromperla. Está más allá de lo alcanzable, y así permanece, intacta, para siempre. Eterna.

jueves, 7 de enero de 2010

Gravedad

Camino en equilibrio por la cuarta cuerda de mi cello, pulsándola con las puntas de los dedos de los pies. Me balanceo a un lado y al otro, arrancándole un do subterráneo de una clave de fa.

Cada vez soy más osada. Ahora mis pasos ya no son cortos y seguros, la melodía se ha vuelto rápida y alocada. En un desliz resbalo de la cuerda y caigo hacia la nada que ya no es nada, porque ahí están tus brazos, entre los que me precipito sin remedio.

Me recoges suavemente, acunándome tu voz, mi nana tus palabras. Y casi me voy. Casi me abandono a esta fuerza invisible que olvidó mencionar el Sir de la manzana.

Pero es que no quiero.

No debo.

No puedo, porque si cierro los ojos y me dejo atrapar, ¿qué pasaría mañana?

No sé cómo lo logro, pero al fin salen mis palabras: por favor, devuélveme a mi cuerda, sin ella no soy nada. Tú me elevas, mis lágrimas mojan tus palmas. Cumples mis deseos. Mi canción cambia. Se ha vuelto triste y desafinada, mi cuerda vibra descontrolada.

Me giro asustada hacia la primera posición, y descubro que te has encaramado a mi cuerda, y que eras tú quien la pulsaba. ¿Será que esta fuerza que nos ata es más grave de lo que pensaba?