domingo, 21 de febrero de 2010

Inmundo

Puedes verlo. Sus volutas de humo verde ascienden desde las profundidades de ese agujero. Es una advertencia. Nada bueno habita ahí. Pero aún así te acercas. Despacio. Con precaución y curiosidad.

Empiezas a oler la descomposición de lo que quiera que tuvo la desgracia, tiempo atrás, de caer en la pequeña sima. Estiras el cuello y el enfermizo resplandor fosforescente que ilumina la oquedad se extiende desde tu barbilla hasta tus párpados, convirtiendo tu cara en una tétrica calavera verde.

Avanzas el pie hacia el borde. Te asomas un poco más, y al fin lo ves, pero preferirías no haberlo hecho. Y justo en ese momento, cuando te das cuenta de tu error, te llama. El suelo cede bajo tus pies y te sumas a la larga lista de incautos que lo han alimentado desde el principio de todo.

2 comentarios:

  1. Y, aún así, te arrastra

    Y caes

    Y aunque sabías que no debías

    caes


    abrazos ausientes etc

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