martes, 23 de marzo de 2010

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja...

Se desgrana sonora e inacabable, como cuando falta la aguja en la bufanda, y tiras de la hebra, deshaciendo punto por punto, plop, plop, plop, plop, hasta llegar al principio del ovillo, sólo que esta carcajada no termina, se pierde un poco, diluida entre las tardes, para volver a surgir con fuerza una mañana, o una medianoche, porque en realidad

¿Qué importa la hora?